“Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.”
MIÉRCOLES DE CENIZA
Miércoles 18 de febrero de 2015
Vete, y no peques más (Jn. 8, 11), le ordena Jesús a la mujer adúltera. Anda, tu fe te ha salvado (Mc. 10, 52) le indica Jesús al ciego Bartimeo después de devolverle la vista.
El miércoles de ceniza marca en el calendario litúrgico católico el inicio del Tiempo de Cuaresma, mediante el signo de la imposición de ceniza. Este signo tiene la finalidad de invitarnos a la conversión, a la penitencia, y a la reflexión de nuestra vida como cristianos.
Cuando nos imponemos la ceniza, expresamos las palabras: me arrepiento y creo en el Evangelio. Bueno, ¿Me arrepiento de qué? ¿En qué Evangelio digo que creo?
Esas dos preguntas tienen que acompañar nuestra reflexión, nuestra meditación y nuestra oración todos los días, al menos, de esta cuaresma. Como cristianos corremos el riesgo de tomar el sacramental de la ceniza como algo supersticioso y vanal, sin que llevemos a cabo la revisión de nuestra vida cristiana. Y es preciso ese proceso de autoanálisis para disponernos a celebrar el Centro y Culmen de nuestra fe: la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Este proceso de reflexión tiene que conducirnos a reconocernos pecadores necesitados de la salvación de Jesús. Si no aceptamos esta realidad de nuestra vida, el Misterio Pascual que celebramos y recordamos todos los días en la Santa Misa, y de manera especial en la Pascua, no tiene razón de ser. Por eso es importante reconocer que hemos fallado en nuestra vida como cristianos, que no hemos sabido corresponder amor por Amor.
Y no solo se trata de llegar a la conclusión de que necesitamos de la Redención de Jesús y ya. Eso muchos ya lo sabemos. Lo verdadero importante es comenzar, retomar, o continuar nuestro proceso de conversión. Para ello, los sacramentos –y de manera especial la Reconciliación y la Eucaristía- y la penitencia, nos serán de gran ayuda para asemejarnos más a Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida (Jn. 14, 6).
Todo lo anterior con la finalidad de nacer de nuevo (Jn. 3, 5), de liberarnos de nuestro pecado, de nuestra propia persona, para ser auténticamente libres. El miércoles de ceniza marca pues, el tiempo para comenzar a construir nuestra libertad. Por esta razón es que debemos aprovechar este tiempo, y a la luz de Jesucristo, descubrir la Verdad: la verdad sobre Dios, la verdad sobre uno, y la verdad del prójimo. Este es el Evangelio en el que debemos de creer: en el Evangelio que da vida, libertad, que restituye la salud y la dignidad, porque la Verdad os hará libres (Jn. 8, 32).
Confiemos pues que, al iniciar con la imposición de la ceniza sobre nuestra cabeza, Nuestro Señor también nos diga Anda, tu fe te ha salvado, vete, y no peques más.
SAN MATEO APÓSTOL Y EVANGELISTA
Vía López Portillo,Av. De la Cruz s/n58901159